Barrio chino de La Habana: entre la tradición y la modernidad
Autor: Maria Antonia Arozarena Muñiz
14 de Octubre de 2021
Siempre me ha gustado pasar por allí, bien temprano en la mañana, ya que en ese horario los ancianos salen a la calle. Tras el andar de cada uno de ellos, descubro una historia diferente que, sin dudas, guarda una dosis apreciable de sabiduría. En la actualidad en la calle Manrique 506, en un edificio conocido como Residencia China, viven ocho de ellos; verlos en su actividad cotidiana es también una manera de comprender el pasado.
Según los historiadores, los primeros chinos se radicaron en La Habana alrededor del año 1858. Entre los más notables en ese momento se encontraban Chang Leng, propietario de una modesta fonda, y Lam Siu Yi, que tenía un puesto de frutas y hortalizas. Entre esa fecha y los primeros años del siglo XX arribaron a Cuba un número considerable de chinos, llegando a residir en las diez manzanas que aproximadamente comprende el barrio, una población de diez mil habitantes.
El traslado de los chinos a Cuba significó también el traslado de su compleja identidad cultural. Al instalarse entre nosotros, fueron creando la estructura necesaria para proseguir con sus modos de vida. Así, entre otras cosas, crearon una imprenta, llegando a poseer tres diarios en circulación. Igualmente el teatro chino comenzó a tener una actividad notable, destacándose entre todos los locales abiertos para su práctica, el Águila de Oro, teatro ubicado en la calle Rayo No. 104, esquina a Cuchillo en Centro Habana, y que en estos momentos desempeña la función de cine.
En aquellos primeros teatros, tanto las mujeres como los hombres representaban papeles de ambos sexos y además de la actuación, tenían conocimientos de canto, acrobacia, pantomima y artes marciales. Desde esos escenarios tuvieron amplia difusión las óperas con actores chinos procedentes de California.
También se introdujo la medicina china y para ello se creó una extraordinaria farmacia, donde se ha comercializado, por más de un siglo, una amplia gama de productos medicinales, entre los que sobresalen mayoritariamente los de corte homeopático. La farmacia, aunque concebida para la comunidad china, siempre ha sido muy popular entre los cubanos y, de cierta manera, ha ayudado a modificar algunos de nuestros hábitos curativos.
Como todo proceso migratorio, el movimiento de los chinos hacia Cuba fue profundamente doloroso. Muchos de los recién llegados se vieron forzados a sustituir el trabajo de los esclavos negros y no pocos se incorporaron al Ejercito Libertador durante nuestras guerras de independencia. Aunque su gran capacidad de trabajo los llevó a desarrollar el comercio con rapidez, después sobrevino una lucha interna entre ellos para poseer el control del barrio y comenzaron a proliferar casinos de juego, fumaderos de opio y prostíbulos.
Durante la década de 1920 sucedió la última gran oleada de inmigración china y en 1930. la colonia china contaba con 24 mil habitantes en el país. En esa época, el Barrio Chino tenía una fisonomía propia, no por la arquitectura, sino por la imagen de la zona y sus habitantes.
Después de 1959, se cerraron los casinos, los fumaderos de opio y los prostíbulos, pero, por lo demás, el barrio quedó como detenido en el tiempo. El año 1990 marcó un nuevo período para el Barrio Chino: se inició el rescate de la decoración, las fiestas y las tradiciones, así como la recuperación y restauración de los restaurantes. Desde entonces hasta hoy, el barrio se muestra como uno de los lugares con más vida social en toda la ciudad. El espíritu doméstico del comercio chino no se ha perdido, sino que ha sobrevivido por más de un siglo y medio a un aluvión de adversidades. Los restaurantes se han multiplicado y sus menús ofrecen una variada comida que abarca tanto el concino asiática como la criolla.
Desde la inauguración de la Casa de las Artes y Tradiciones Chinas en 1995, esta institución cultural desarrolla un amplio programa sociocultural encaminado al conocimiento y divulgación de la milenaria cultura y de esa comunidad establecida en Cuba desde el siglo XIX. El centro atesora una buena cantidad de objetos chinos en su mayoría donados a la institución por los propios habitantes del barrio. Como detalle curioso, en el vestíbulo de la institución se encuentra el árbol genealógico de la reconocida pintora de origen chino Flora Fong, con el cual rinde un singular homenaje a sus antepasados.
De la calle Escobar hasta Galiano y de San José hasta Reina, nuestra ciudad se percibe de manera muy particular. El misterio de las tradiciones le ha impregnado a ese trozo urbano una riqueza que se obtiene cuando un fuerte indicio cultural incorpora a un entorno foráneo su esencia originaria. Lo milenario penetró en este Caribe vigoroso para quedarse y fundar un espacio donde chocan y se concilian dos exotismos diferentes.
Si ya la llegada y permanencia del negro nos había marcado de manera definitiva, el chino hizo más hermoso nuestro mestizaje. Son razas que se cruzan para no dejar de sorprender en sus variaciones de la belleza. Hace apenas unos días, mientras caminaba por el pequeño bulevar chino, quedé impactado ante la presencia de aquello que mi mente definió como “chinas amulatadas”. Eran dos muchachas hermosas que parecían contener la máxima expresión de la sensualidad. Al contemplarlas, festejaba de manera secreta el frenesí que se deriva de tal mestizaje.
Octubre 2014 Este Articulo forma parte del What’s On La Habana de septiembre 2014 La principal guÍa cultural y turÍstica de La Habana Descargue nuestro último número de What’s On La Habana, la guía de viajes, cultura y entretenimiento más completa acerca de todo lo que está ocurriendo en La Habana, la animada y enigmática capital de Cuba. Incluimos artículos de todas partes de Cuba escritos por los mejores autores internacionales de viajes y cultura especializados en el tema Cuba. Nuestra revista digital mensual en línea está disponible también en inglés y francés