El monumento a los chinos caídos por la independencia de Cuba.
Autor: Maria Antonia Arozarena Muñiz
12 de Octubre de 2021
Durante la dictadura de Machado se impulsó abiertamente la tesis de que los extranjeros eran responsables del estado de agitación política que vivía el país y eran causantes, asimismo, de la pésima situación económica suscitada por los altos precios y la ausencia de empleos. Este fue el inicio de una campaña que se extendería en adelante y que estaba llamaba a "cubanizar Cuba". A decir verdad, establecer un enemigo "externo" y arrojar sobre él todas las culpas favorecía tremendamente los intereses de los Estados Unidos y la oligarquía nacional estrechamente ligada a este ya que desviaba la atención del problema fundamental: las dificultades del sistema de dominación neocolonial implantado en 1901 y los efectos de la dependencia y subordinación sobre el desarrollo de la nación.
En cualquier caso, a resultas de lo expresado comenzaron a extenderse por esta época comentarios desfavorables acerca de la presencia de los inmigrantes chinos en la Isla y publicaciones como El diario de la Marina se hicieron eco de la "cruzada". Los chinos fueron un blanco fácil de las proyecciones xenófobas, eran fácilmente diferenciables y excluibles, su idiosincrasia y valores culturales los acompañaban a todas partes lo que los hacía difícilmente asimilables, sin duda alguna, estas razones auxiliaron la manifiesta hostilidad. No obstante, es oportuno señalar que este tipo de expresiones no fueron privativas de nuestro país y que por igual período se desataron campañas antichinas y ultranacionalistas en otros países del continente americano. Uno de los casos más representativos fue México; en las primeras décadas del siglo XX la zona Norte de ese país asistió al desarrollo de fuertes olas de violencia contra los comercios y los inmigrantes chinos (1).
Volviendo a la realidad cubana, debemos continuar diciendo que la generalización de estas ideas discriminatorias condujo a la comunidad de inmigrantes y al consulado de China a promover la construcción de un "Monumento en recordación a los chinos caídos en combate por la Independencia de Cuba". Más allá de la lógica voluntad de reivindicar su aporte a la emancipación de nuestro país, detrás de este proyecto se encontraban también los intereses de los sectores chinos más acomodados y, por tanto, los más afectados de seguir extendiéndose la intolerancia.
De cualquier manera, el 4 de Septiembre de 1930 el ministro chino Ling Bing realizó una visita oficial al ministro cubano de Relaciones Exteriores con el fin de que se trasmitiera al Estado la solicitud de un terreno para erigir el monumento. El gobierno cubano accedió a esta petición y entregó un espacio en el área del Vedado, específicamente en la calle L y 9 (hoy Línea y L). A raíz de esta concesión, el 28 de marzo de 1931 se efectuó la ceremonia de colocación de la primera piedra y se comenzó la obra gracias a una asignación financiera del Ministerio de Relaciones Exteriores chino y a los aportes de sus residentes en Cuba. Aunque para septiembre de ese año se había terminado la construcción y se escogió el 10 de octubre para su inauguración, este acto formal no se completó hasta mucho tiempo después.
La invasión de Japón a Manchuria en 1931 y el inicio de la guerra chino-japonesa (1937-1945) contribuyeron a esta dilatación. No sería hasta 14 años más tarde, en 1946, que se logró realizar la ceremonia oficial aprovechando la visita amistosa que el 11 de abril realizara una flota de barcos de guerra chinos. Dicho acontecimiento alcanzaría tales connotaciones que contó incluso con la asistencia de Ramón Grau San Martín, por entonces presidente de la República y con motivo de su realización se hizo una edición especial del trabajo de Gonzalo de Quesada "Los chinos y la revolución cubana" donde aparece el célebre pensamiento grabado en su pedestal:
"No hubo un chino cubano desertor...
No hubo un chino cubano traidor"
El monumento, desde entonces a la fecha, ha devenido símbolo de la hermandad entre chinos y cubanos y de su unión por alcanzar independencia y libertad. A partir del triunfo de la Revolución es centro de reunión de la comunidad chino-cubana en ocasión de conmemoraciones patrióticas chinas y cubanas. Asimismo, durante la revolución cultural (1966-1976) una representación de este grupo inmigracional procedió a borrar parte del texto incluido en una de sus tarjas que originalmente decía: "Construido el 10 de octubre de 1931 por el Cónsul Extraordinario y Plenipotenciario de la República de China, Ling Bing".
Actualmente, la visita del monumento es paso obligado de la caravana que visita todos los años el cementerio chino con motivo de la celebración del día de la Claridad , Quing Ming.