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Ni el médico chino lo cura

Autor:  Fernando Antonio Peón Sáchez

05 de Octubre de 2021

por Dr. Manuel López Martínez. Profesor especialista. Instituto de neurología

?A ese no lo salva ni el médico chino...?
Esta frase ponderativa todo un proverbio que ha resistido al tiempo, la expresamos cuando estamos en estado critico; la misma se ha mantenido en nuestra historia medico y folklórica con bien ganada fama.
?Por qué?
Desde 1847 es bien conocido que comenzó a llegar a la Habana en forma creciente y procedente del así, una considerable inmigración de chinos acontecimiento del que celebramos su 150 aniversario. Uno de ellos oriundo de Manila llegó a esta capital en 1858, de nombre Cham Bom-Biá era este paisano hombre de alta estatura, ojillos vivos y penetrantes, luengo bigotes a lo tártaro, larga perilla rala y andar majestuoso, se expresaba con lenguaje figurado y ampuloso, con amplios ademanes histriónicos, vestía de forma elegante a la moda occidental para no desentonar lleva b una limpia y holgada levita de dril. Hombre de exquisita cultura y corrección, poliglota también.
Se establece nuestro personaje y conforma su consulta, la que fue visitada por personas de todas las clases sociales de la época en la Habana, donde realmente radico poco tiempo; trasladándose mas tarde a la ciudad de matanzas y establece su consulta en la calle mercaderes esquina a San Diego próximo a la residencia de la acaudalada familia escoto, años mas tarde se traslada ala ciudad de Cárdena, es en esta ciudad donde se asentó por mas tiempo hasta su muerte, había llegado a Cárdenas en 1872.
Tras precisas investigaciones se ha podido conocer que bien se le puede considerar para su época un hombre de ciencias y de amplia cultura Oriental y no como un simple curandero.
Conocedor de la flora china y cubana demostró ser un sabio herbolario, estos conocimientos tantos teóricos como en la practica los aplicaba con admirable maestría en su ejercicio profesional paralelamente con los adelantos médicos occidentales de entonces mas actualizados. No se tuvo la mas leve convicción de que fuese un titulado en su supuesta profesión, cosa que después de todo no se exigía en aquella época.
De Cham Bom-Bia se han dicho cosas extraordinarias que se confunden con la realidad y la leyenda popular.
En el ejercicio de su profesión actúa con marcado desinterés, no le cobraba a los pobres y necesitados de su servicio, lo que sí hacia a los ricos que muy bien tenían que pagarles sus honorarios. Decía a sus pacientes este buen chino ?si tiene dinelo paga pa mi, sino tiene no paga na; yo siemple da la medicina pa gente poble ...?. La farmacia ubicada en la tercera avenida era la que atendía y despachaba las recetas de este doctor a sus pacientes, en ocasiones las suministraba el mismo de su botiquín particular.
Por su prestigio y el buen decir, fue considerado y respetado por la población de todas las clases sociales a las que brindo su servicio, con nobleza y paciencia. Fue considerado como ?sumo pontífice de la medicina?.
Su muerte nunca fue esclarecida, suicidio, asesinato, muerte súbita ya que fue encontrado muerto en su vivienda-consultorio, murió sin ninguna compañía, ni el mas insignificante objeto de valor que expresara la gratitud de sus clientes.
Surgieron muchas frases con distintos matices y semánticas relacionadas con su que hacer en la medicina, como la que da titulo a este trabajo.
Cham Bom-Bia nos dejo su bien ganada reputación, no pocas frases que lo evocan sin saberlo salidas del cariño y el agradecimiento como lo son estos versos callejeros.
Chino Manila
Cham Bom Bia
Cinco tomates
Por un real...